Donde huele a azahar
allí la palabra se respeta

En Sicilia, donde el sol besa la tierra antigua,
nace una historia tejida con manos firmes,
con la voz callada de una familia que mantiene
el honor del trabajo, la dignidad y la palabra eterna.

Antes de las empresas, estaban los hombres




El tío Giovanino(en la derecha en la foto a lado su hermano), hermano de nuestra abuela Flavia, era camionero. Sentía el camión como una extensión de su espalda. Salía de casa dejando a la tía Rosa, su esposa, con un beso apenas marcado. Y recorría Italia transportando todo tipo de mercancía, cada carga por entregar, cada compromiso que cumplir. No tenía mapas. No tenía navegador. Tenía la cabeza, el camino memorizado, y la confianza de quien lo había recorrido mil veces. Conducía con cualquier clima. En verano, la cabina era un horno — sin aire acondicionado, con el motor ardiendo bajo los pies. En invierno, la nieve y el frío se colaban por todas las rendijas, y el hielo se aferraba a las manos. Y dondequiera que iba, lo saludaban. Le hacían fiesta. Era el amigo de los amigos. Conocía a todos. Era de pocas palabras, pero siempre educado y dispuesto con cualquiera. Pero también era alguien con quien no se podía jugar. Una persona seria, y con él uno debía comportarse seriamente. No hacía preguntas. Y casi nunca recibía explicaciones. Le bastaba que las cosas se hicieran como debían hacerse: bien y con respeto.

Una carga de manzanas.
Una puerta cerrada. Un camino abierto.

Un día, en Trentino, le ofrecieron un cargamento de manzanas hacia Calabria. No era su trayecto habitual, pero le servía para volver al sur. Aceptó. Cuando llegó al punto de descarga, habló claro: — “Primero se paga. Luego se descarga.” Le respondieron con la sonrisa forzada de quien cree que el mundo es astucia: — “Tranquilo. Empecemos. El jefe viene enseguida.” Descargaron la mitad del camión. Luego llegó el jefe. Y dijo: — “El transporte no te lo vamos a pagar.” Giovanino no respondió. No discutió. Cerró el camión. Y regresó a Sicilia. Desde ese momento, aquellas manzanas ya no eran mercancía. Eran principio.

Dos chicos, dos piaggio ape 50, y una mirada lejana.




Al regresar, encontró a sus dos sobrinos. Eran jóvenes. Pero con una mirada llena de inteligencia tranquila. Cada día trabajaban en la calle, como vendedores ambulantes, con dos Piaggio APE 50, que conocían cada curva de la isla. Cargaban, vendían, regresaban. Pero ese día, al ver las manzanas en el camión, entendieron enseguida: — “Son demasiadas. No las vamos a vender solo con los APE. Llevémoslas al mercado.” Dicho y hecho. Llegaron al mercado. El vendedor les dijo lo mismo que a muchos: — “Déjenlas aquí. Yo las vendo. Luego les digo cuánto se hizo.” Pero ellos no. Ellos se quedaron. En silencio. A un lado. Observando cada gesto. Escuchando cada cifra dicha en voz baja. Leyendo cada mirada. Cada movimiento de manos. Cada pequeño signo que en el mercado vale más que una firma. Al final, el vendedor se giró y dijo: — “Hagan una cosa. Vayan ustedes a comprar la mercancía. Tráiganmela. Yo la vendo aquí.”

Esos chicos son serios. esos... son los gemelos









Así nació un oficio. No fue escrito en un papel. Fue dicho en voz. Por otros. Empezaron a moverse. Primero por los clientes. Luego por los proveedores. Después por los transportistas. Poco a poco, la red se ampliaba. Y crecía de forma natural, porque quien trabaja bien, atrae a quien trabaja bien. Muchos ni siquiera sabían sus nombres. Pero decían con seguridad: “Esos chicos... son serios.” “Esos chicos... cumplen su palabra.” “Esos... son los gemelos.” No necesitaban presentaciones. Bastaba con estar presentes. Y ellos lo estaban.

2007. La historia toma nombre. nace la agencia.




En 2007, Gaetano Cinturrino, criado entre cajas, negociaciones y madrugadas, que ya a los dieciséis años trabajaba en un mercado siciliano, parte hacia España. No parte para empezar de cero. Parte para dar forma y nombre a lo que ya era método, presencia y fiabilidad. Así nace Cinturrino Fruit Management. Una agencia construida dentro de los mercados, entre quienes compran y venden, entre quienes cargan y descargan, entre quienes saben que la mercancía no es solo mercancía: es responsabilidad. Una agencia diferente. Porque nació de la tierra. Y se expandió en el campo.

Hoy, lo que somos define el camino

Hoy gestionamos más de 500.000 toneladas al año, con un sistema que conecta personas, plazas y operaciones en todo el mundo. Donde haga falta trabajar en serio, allí estamos. Hemos construido una red sólida. Y si hoy colaboramos con profesionales en cada rincón de Europa y más allá, es porque seguimos siendo los mismos de siempre. Los que cumplen la palabra.

Hoy somos profesionales que eligen profesionales.